Mi Biografía

Una Sinfonía del Destino

Nací en Argentina, en un rincón del mundo alejado del bullicio de la civilización, un lugar donde el silencio era el rey. Hasta mis siete años, la música era un concepto desconocido para mí, un universo inexplorado. Pero el destino, con su pincelada mágica, envió a un forastero a nuestras tierras. Traía consigo un walkman Sony amarillo, un objeto que despertó mi curiosidad infantil. "¿Qué es eso?", pregunté. "Es para escuchar música", respondió, abriendo el aparato y revelando un casete, un objeto igualmente misterioso para mis ojos inocentes. Nunca antes había escuchado música.

El forastero, al ver mi fascinación, me ofreció un trato: si lograba arreglar el walkman averiado, sería mío. Los días siguientes se convirtieron en una inmersión en el mundo de lo desconocido. Desarmé el aparato pieza por pieza, estudiando cada engranaje, hasta que descubrí en su interior una liga de goma suelta. Pensé: «¡La posible solución!». Con manos temblorosas, la coloqué en su lugar, volví a armar el walkman y, con el corazón latiendo con fuerza, me puse los audífonos. Al presionar "play", la magia sucedió.

Sonidos de piano inundaron mis oídos, melodías que resonaron en lo más profundo de mi ser. Fue una epifanía, un despertar a un mundo de emociones que desconocía. En ese instante, supe que la música sería el camino que guiaría mi vida. Una euforia indescriptible me invadió, una certeza absoluta de que había encontrado mi propósito.

A partir de ese momento, mi anhelo por un piano se convirtió en una obsesión. Día y noche le pedía a mi madre que me consiguiera uno. En nuestra comunidad, la música estaba mal vista, pero mi madre, al ver mi profunda devoción, mi falta de apetito, mi insomnio, incluso mi incipiente enfermedad por la añoranza de la música, tomó una valiente decisión. Habló con el líder de la comunidad: o le permitía conseguirme un piano, o nos íbamos. Y así fue. Por amor a mi pasión, mi madre me sacó de ese mundo aislado y me llevó a la civilización moderna.

Toscana, Italia, 1987.

El cambio fue drástico, un choque cultural que apenas puedo describir. Pero esa es otra historia que dejaremos para otro momento. Llegamos a la ciudad sin nada: ni casa, ni dinero, ni posesiones. Pero yo, ajeno a la precariedad, solo pensaba en mi piano. Día tras día, le recordaba a mi madre mi anhelo, consciente ahora de la enorme dificultad que representaba para ella.

Un día, caminando por la calle, vimos un cartel: "Hoy se presenta Mercedes Sosa". Mi madre, que antes de vivir en la comunidad disfrutaba de su música, tuvo una idea: escribirle una carta a Mercedes de mi parte, contándole mi historia y pidiéndole un piano. En aquellos tiempos, sin celulares ni internet, una carta era nuestra única esperanza.

Entramos al lugar del concierto y, guiados por el destino, llegamos a la parte trasera del escenario. A través de una abertura en el telón, vimos a Mercedes Sosa ensayando a capela. Mi madre, con valentía, se acercó a Mercedes, y ella, con una calidez que nunca olvidaré, abrazó a mi madre; mientras la abrazaba, mi madre deslizó la carta en el bolsillo de su gabardina.

Días después, mi sueño se hizo realidad. Un piano llegó a mi vida. Mis dedos recorrieron por primera vez las teclas de un instrumento real, y la confirmación resonó en mi alma: este era mi camino. El piano se convirtió en mi confidente, mi aliado en la creación de melodías románticas que exploran las profundidades del amor y la emoción humana.

Mis canciones son un eco de mis vivencias, un puente hacia aquellos que buscan consuelo y refugio en la música. Cuando mi cielo se oscurece, la música es mi refugio, la luz que me guía y me recuerda la belleza que persiste. A través de mi música, anhelo compartir esa luz con el mundo. Hoy, con gratitud en el corazón, sigo creando música romántica con la misma ilusión efervescente de aquel niño que soñaba con vivir entre melodías.

A lo largo de mi vida, el destino me ha concedido el privilegio de conocer a figuras icónicas del mundo artístico, personalidades que alguna vez admiré desde la lejanía, figuras que ahora me inspiran a seguir creando con pasión y viviendo lo que un niño soñador como yo jamás habría imaginado vivir.
Marc Anthony
Belinda
Maluma
Cristian Castro
Pablo Alboran
J Balvin

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